Iniciamos esta serie con la entrevista que Daniel Serón, asesor de Cámara en circularidad y sostenibilidad, realizó recientemente a Jordi Oliver i Solà, CEO de Inèdit, sobre la transición hacia la economía circular en el contexto del Desarrollo Sostenible.
Inèdit es una consultoría estratégica experta en el ámbito de la economía circular, que recientemente ha abierto un espacio de trabajo en Zaragoza y se ha incorporado a la familia de empresas que forman parte del Club Cámara Zaragoza.
Su misión es la de acompañar a entidades públicas y privadas en su transición hacia la economía circular a través de cambios reales, tangibles, que creen impacto y que estén adaptados a las necesidades de dichas entidades.
Con origen en Barcelona y 13 años de experiencia, cuenta con un equipo diverso y multidisciplinar de profesionales especializados en cuatro áreas de trabajo: la cuantificación ambiental (análisis de ciclo de vida, cálculo de huella de carbono, cálculo de huella hídrica), la cocreación de estrategias empresariales circulares, el ecodiseño de productos y servicios, y la implantación de economía circular a escala territorial (en ciudades, municipios, o regiones).
En un artículo tuyo de septiembre de 2021 afirmabas lo siguiente: «Venimos de una excepción, hemos vivido en una anomalía histórica de energía y recursos económicos que han permitido el progreso, el alargamiento de la esperanza de vida y la mejora del bienestar material para buena parte de la humanidad hasta niveles nunca vistos antes, pero que ha tenido un gran olvidado: el medio ambiente». ¿Cómo crees que este gran olvidado ha pasado a estar presente en la agenda pública y privada durante los últimos años?
Los impactos ambientales son lo que conocemos como una externalidad, un coste que generamos todos y que nadie paga voluntariamente por él.
Hoy en día estábamos viviendo de una forma mucho más directa las consecuencias del Cambio Climático, sequías más extremas, lluvias mas torrenciales, etc. Esto, está haciendo que se ponga encima de la mesa de la toma de decisiones, al menos a nivel europeo.
Aparece tarde, cuando ya no disponemos de tanto tiempo para evitar ciertos colapsos.
¿Es suficiente lo que se está haciendo para revertir esta anomalía histórica y compensar sus consecuencias?
No es suficiente, porque los decisores políticos y empresariales se enfrentan a una dicotomía. La sociedad tiene cada vez más presión para llegar a fin de mes, entonces asumir ciertas decisiones tiene un coste social a corto plazo, pero no hacerlo lo tendrá mucho mayor a largo plazo, aunque a corto nos pesa mucho la cartera a fin de mes.
Entonces, en esta dificultad de gestión, tenemos poca ambición seguramente, porque en el corto plazo es muy complejo tomar según que tipo de decisiones.
¿En qué medida la circularidad en la economía puede suponer una estrategia eficaz para un uso eficiente de los recursos, regenerando el entorno natural?
El propósito de la Economía Circular es conservar el valor de los recursos que están presentes en la economía. Muchas veces se expresa al revés, ¿qué podemos hacer con los residuos que generamos?. Pero esto no es la Economía Circular. Es al revés, cómo hacemos que los recursos que ya han sido extraídos nunca se conviertan en residuos, dando siguientes vidas útiles según un principio de jerarquía de residuos.
La circularidad, vemos que se aplica en función del coste de los recursos: mientras los recursos materiales, económicos, de transporte, energía ,etc., sean económicos, no hay incentivos para complicarse la vida, usando más neuronas para diseñar diferente, con una logística inversa para recuperar materiales, con una relación distinta con los consumidores para que tengan un depósito para incentivar el retorno de ciertos activos, cambiando modelos de negocio de la venta de producto a la venta de servicios.
Esto implica más esfuerzo, es menos conveniente; y mientras económicamente no sea el modelo deseado, será muy complicado.
Aquí entra en juego la fiscalidad. Por ejemplo, la nueva Ley de residuos y suelos contaminados, introduce un impuesto al material plástico virgen en envases.
Si encareces la entrada de materias vírgenes y la salida en forma de residuos, incentivas que se recirculan los recursos dentro de la economía.
Un ejemplo de lo que supone este cambio de mentalidad es paso del modelo de venta de producto al uso de productos como servicio, no sólo afecta al fabricante, si no también al consumidor, al distribuidor, y por supuesto al sector financiero y al sector de los seguros. Es un reto no solo económico a corto plazo, sino una transformación muy ecosistémica en la que muchos agentes tienen que actuar para que sea posible.
Lo que no se mide no se puede mejorar, por lo tanto, ¿existen marcos y herramientas suficientemente desarrollados para una adecuada medición de la circularidad de la economía?
Existen muchos marcos, el problema son los datos. No existen tantos datos desagregados como necesitaríamos, o por regiones concretas, comarcas o empresas.
Los datos cuantitativos son costosos de obtener. Hacen falta profesionales entrenados que sepan cómo obtenerlos y gestionarlos.
Las herramientas más genéricas pueden ayudar en una primera aproximación, pero las particularidades de cada empresa requieren que haya que hacer un análisis más a medida. Estas herramientas, las están adoptando generalmente las empresas grandes, que cuentan con recursos y profesionales capacitados para ello, aunque representan un pequeño porcentaje del total de empresas.
Tampoco hay equipos directivos entrenados en circularidad, y esto dificulta su adopción, a diferencia de lo que pasa en el ámbito financiero donde hay unas normas bien establecidas de cómo hacer un balance contable, y unas normas de una administración tributaria, no ocurre lo mismo con la sostenibilidad.
La economía circular está de moda y vemos como proliferan una gran cantidad de casos de éxito inconexos entre ellos, que se utilizan para hacer circularwashing.
Si, cada vez vemos más destellos de ejemplos que sirven para llenar guías de buenas prácticas inconexas, pero que no son suficientes para una transformación global.
¿Crees que se ha entendido bien la economía circular en el mundo empresarial o todavía hace falta un buen esfuerzo de pedagogía?
Va por sectores. Hay sectores mas maduros, más avanzados que otros, como el agroalimentario , envases, textil, o movilidad, pues tienen unos condicionantes que les ayudan a esta adopción, ya sea por presión regulatoria, exigencia de clientes o demanda de los consumidores.
Como pasa en otros ámbitos, cuando pasas de la teoría a la práctica, hay un riesgo de que se desvirtúe la idea. Hace falta una adopción honesta, que es costosa por parte de las empresas y que va mas lento de lo que querríamos, pero también hay otras que quieren ir más rápido y hablar más que hacer.
El riesgo de greenwashing o circularwashing está en que, de cara a un consumidor no experto, los mensajes son indiferenciables. Entre el que me cuenta una historia que ha hecho bien y el que me cuenta una historia que me suena bien, si no tengo conocimiento no pudo distinguir entre una oferta real y una de greenwashing.
Esto hace mucho daño, porque mientras uno está invirtiendo, asumiendo costes y el otro no, se generan injusticias, ya que el factor precio también es importante.
Pero no sólo la honestidad y la formación son suficientes, sino también una regulación que evite bloquear la acción.
¿Desde tu experiencia, cómo se consigue involucrar a los principales actores en la creación de redes de valor circular?
Crear esas redes de valor circular es fundamental para avanzar hacia la circularidad.
Cuando hablas individualmente con las empresas, te hablan de sus procesos, las mejoras que han hecho, y como mucho, el diálogo se limita a aguas arriba y aguas debajo de la cadena de valor (proveedores y clientes). En estos momentos, cualquier conversación comienza por un “tenemos un proyecto para poner placas solares”.
Pero cuando hablas de Simbiosis Industrial esto no va de la cadena de valor, sino que va más bien del vecino en tu polígono, comarca ó región. Esto son redes que no están entrenadas, y no hay una confianza con esos otros agentes con los que compartes un territorio (polígonos, comarcas, regiones).
Con unos polígonos que se han ocupado con criterios inmobiliarios, es difícil que surjan sinergias con el vecino; sería una super casualidad.
En nuestras latitudes tiene más sentido hablar de simbiosis en regiones mayores que un polígono, Aragón por ejemplo tendría un buen tamaño para trabajar la simbiosis.
La construcción de redes se hace dialogando con agentes (patronales, Cámaras de Comercio, etc.), para encontrar oportunidades conjuntas, como compras agregadas de energía, compartir maquinaria, movilidad de trabajadores, e incluso compartir trabajadores. Se trata de compartir recursos en sentido muy amplio.
Como estas redes no existen y no existe esta confianza entre agentes, hay muchos proyectos que detectas la oportunidad sobre el papel, pero te cuesta mucho de trasladar a la realidad.
Muscular un territorio y generar la confianza entre agentes lleva mucho tiempo.
¿Durante los meses más duros del inicio de la pandemia hemos podido ver muchos ejemplos en la mejora de la calidad del aire, del agua, en la reducción de emisiones de CO2 o la menor presión sobre la biodiversidad, pero ahora que la crisis sanitaria toca a su fin, crees que ha servido como aprendizaje para cambiar a un modelo más sostenible que permita prepararnos para una emergencia climática?
Se quedó en experimento de laboratorio. Si sólo es un stand-by no sirve de nada. Es un aprendizaje de que con la buena intención no basta, saldremos mejor de esto si aplicamos algún cambio por el camino, si no, se quedará en nada.
2021, fue nuevamente año récord en emisiones GEI. Vamos como Thelma y Louise, directos al precipicio y acelerando, y cuando estemos volando será demasiado tarde para frenar.
Habiendo tenido tanto tiempo para hacer una transición ordenada, creo que el nombre transición se nos queda grande, y nos vamos a tener que recolocar en el lugar que nos correspondería, a golpe de crisis: sanitaria, climática, energética con un gran coste social poco deseable.
La economía circular permite acortar las cadenas de valor, haciéndolas más ramificadas y más seguras.
¿Qué implicaciones puede tener esto si lo valoramos desde una perspectiva de su impacto sobre el desarrollo sostenible en su expresión más global, sintetizada a través de los ODS?
Se está viendo una fuerte tendencia a buscar proveedores más locales, como consecuencia de la COVID y de las crisis globales de abastecimiento, ya que esto es más fácil que cambiar tu proceso.
La relocalización de la actividad industrial no solo tiene sentido estratégico para las empresas, sino que también forma parte de la Estrategia de re-industrialización europea y en la medida que ganemos competencias o capacidad industrial, reindustrialicemos, y hagamos más factibles más estrategias de circularidad.
Un territorio con diferentes capacidades industriales y una cercanía entre el productor y el consumidor puede facilitar estrategias como alargar la vida útil o reparar.
Aparte de la contribución evidente de la economía circular a los ODS 12 (Producción y consumo sostenibles) y 13 (Acción por el clima), también puede jugar un papel esencial para avanzar con el ODS 8 (Trabajo decente y crecimiento económico), con la creación de nuevos empleos locales de calidad, y el ODS 9 (Industria, innovación e infraestructura) y el ODS 11 (Ciudades y comunidades sostenibles), desde las perspectivas del productor y el consumidor respectivamente, con una creación de alianzas como telón de fondo para articular todo el ecosistema circular.