Las Cámaras de Comercio te ayudamos a participar en la economía circular:
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Las Cámaras de Comercio te ayudamos a participar en la economía circular:
El modelo económico actual, basado en una producción y un consumo con recursos naturales ilimitados y sin una visión a largo plazo, se ha demostrado fallido al no contemplar la dimensión ambiental en su valoración de riqueza y desarrollo.
Dicho modelo de economía lineal, desarrollado durante el siglo XX, se basa en combustibles fósiles y no gestiona a largo plazo recursos como la tierra, el agua y los minerales, generando a su vez un gran número de impactos negativos para nuestra sociedad y nuestro planeta, tales como la crisis climática, la contaminación de ecosistemas marinos y terrestres, la pérdida de biodiversidad, el aumento de riesgos para la salud humana y la escasez de materias primas, que a su vez incrementan la desigualdad en el reparto de la riqueza entre las personas.
Las empresas extraen materiales de la tierra, aplican energía y mano de obra para fabricar un producto y lo venden a un usuario final, que luego lo descarta cuando ya no cumple con su propósito.
Es en los años 70, durante la crisis del petróleo (1973 y 1979), cuando las consecuencias ecopolíticas de dicha crisis llevaron a tomar medias extraordinarias, tales como la mejora en el aislamiento térmico de los edificios para mejorar su eficiencia energética, el impulso a la investigación en energías renovables o el desarrollo del concepto de la economía circular.
En la crisis climática actual, se requieren medidas más urgentes que las adoptadas durante la crisis del petróleo, puesto que los riesgos son mayores. En definitiva, un cambio de modelo económico.
La economía circular, en contraposición al modelo de economía lineal, permite el aprovechamiento de los recursos naturales (materias primas y energía) y la reducción y recuperación de residuos, ofreciendo una oportunidad para reinventar nuestra economía, haciéndola más sostenible y competitiva.
Tal y como indican organizaciones internacionales especializadas en la economía circular, hay varios factores que hacen que el propio modelo lineal esté siendo sustituido por un modelo circular:
El origen de la economía circular no se remonta a una única fecha o un único autor, aunque fue a finales de los años 70 cuando cobró impulso, gracias a académicos, líderes de opinión y empresas que llevaron su aplicación práctica a sistemas económicos modernos y a procesos industriales.
Por ejemplo, al arquitecto y economista Walter Stahel se le atribuye ser el inventor de la expresión «Cradle to Cradle» (de la cuna a la cuna) en 1976. A finales de la década de los setenta, Stahel trabajó en el desarrollo de un enfoque de «bucle cerrado» para los procesos de producción y fundó el Product Life Institute en Ginebra hace más de 25 años. Su visión de una economía en bucles (o economía circular) y su impacto en la creación de empleo, competitividad económica, ahorro de recursos y prevención de residuos, se reflejaba en su informe de investigación para la Comisión Europea, escrito junto con Genevieve Reday.
En la década de 1990, Stahel extendió esta visión a la venta de bienes y servicios como la estrategia más eficiente de la economía circular. Describió este enfoque en su libro de 2006 The Performance Economy, con una segunda edición ampliada en 2010 que contiene 300 ejemplos y estudios de casos. Actualmente trabaja en estrecha colaboración con la Fundación Ellen MacArthur para promover aún más sus ideas con los actores económicos.
Otras fuentes atribuyen la creación del concepto y certificación «Cradle to Cradle» al químico alemán Michael Braungart y al arquitecto estadounidense Bill McDonough, con la publicación del libro Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things, una filosofía de diseño que compara los procesos industriales y comerciales con un proceso de metabolismo biológico, donde los desechos equivalen a nutrientes que pueden ser recuperados y reutilizados. En ese primer concepto ya se hace la diferencia entre los materiales técnicos y biológicos.
Braungart y McDonough proponen que se atajen los problemas desde su raíz: en lugar de reducir los consumos de energía, actuar desde el propio diseño y concepción de cualquier producto, estrategia o política, debiendo tenerse en cuenta todas las fases de los productos involucrados (extracción, procesamiento, utilización, reutilización, reciclaje…), de manera que ni siquiera sean necesarios los gastos de energía, incluso que el balance de consumos y aportes sea positivo.
Por otro lado, Janine Benyus, autora de Biomimicry: Innovation Inspired by Nature, desarrolla esta disciplina, que invita a estudiar los fenómenos de la naturaleza con el fin de encontrar soluciones a problemas humanos.
En definitiva, existen varias filosofías donde se hace énfasis en qué es la economía circular y en cómo se puede aplicar en la actualidad. Ejemplos de ellas son la Economía de rendimiento, la Ecología industrial, el Capitalismo natural, la Economía azul y el Diseño regenerativo.
Una economía circular es una economía restauradora en todo el ciclo de vida de productos y servicios, donde “los residuos son nuevos recursos”. Esto significa que todos los materiales y productos pueden verse como depósitos temporales de materiales (o nutrientes) que posteriormente se convertirán en insumos para nuevos productos, evitando así su envío a vertedero o su incineración.
El modelo de economía circular distingue entre ciclos técnicos y biológicos.
Ciclos biológicos, los alimentos y los materiales de base biológica (por ejemplo, algodón o madera) retroalimentan el sistema a través de procesos como el compostaje y la digestión anaerobia. Estos ciclos regeneran los sistemas vivos (por ejemplo, el suelo), que proporcionan recursos renovables para la economía.
Ciclos técnicos recuperan y restauran productos, componentes y materiales a través de estrategias que incluyen reutilización, reparación, remanufactura o (en el último recurso) reciclaje.
En relación a los distintos alcances o escalas de aproximación desde los que una organización puede contribuir a la transición de un modelo lineal a un modelo circular, los podemos clasificar en micro, meso o macro, en función de si se refiere a las actividades propias de la actividad empresarial, al sistema en el que está empresa desempeña sus actividades (por ejemplo, un polígono industrial), o al conjunto de un territorio, región o país.
El siguiente esquema representa los posibles alcances o escalas de aproximación para una empresa u organización:
La innovación e implementación de los principios de economía circular en:
Una perspectiva estratégica y de buena gobernanza mediante el establecimiento de una estrategia de economía circular a largo plazo buscando alianzas estratégicas y contribuyendo de manera indirecta a través de los proveedores, consumidores o clientes, por ejemplo.
La oferta de servicios transversales que contribuyan con la circularidad de clientes o consumidores, como en el caso del lanzamiento de productos financieros que incentiven los negocios circulares, o el lanzamiento de servicios de consultoría que ayuden a los clientes al desarrollo de sus proyectos circulares.
Según el Foro Económico Mundial, en su decimosexto informe sobre riesgos globales de 2021, los riesgos a largo plazo más importantes a los que se enfrenta la economía mundial se relacionan con el cambio climático, tanto en términos de probabilidad de ocurrencia como de gravedad económica. El daño económico global con un aumento de 1,5 °C por encima los niveles preindustriales se ha estimado en 54 billones de dólares en 2100, aumentando a 69 billones de dólares con un aumento de 2 °C, en relación con 1961-1990 [1].
Tras la Declaración de la Emergencia Climática el 29 de noviembre de 2019, en la que Europa se comprometió a reducir sus emisiones en un 55% para el año 2030 y alcanzar la neutralidad climática en 2050, tal y como se concreta en el Pacto Verde Europeo, los principios y las estrategias que conforman la economía circular se hacen imprescindibles para descarbonizar la economía, así como para reducir la presión sobre el capital natural.
Pero la respuesta actual a la crisis climática global representa una imagen incompleta, ya que, como manifestó Anders Wijkman, presidente de Climate-KIC y presidente honorario de Club de Roma, «la mayoría de la gente cree que con la mitigación climática sólo se trata de cambiar los sistemas de energía. Incorrecto. También se trata de materiales y se trata del uso de la tierra. Materiales como el acero, el cemento, el aluminio y los plásticos representan casi el 20% de las emisiones de carbono. Y la demanda de tales materiales aumenta rápidamente.
Además, cada vez que ponemos un arado en la tierra se libera carbono. Lo bueno es que hay soluciones. Mediante la circularidad, se reducirán las emisiones de carbono, se reducirá la contaminación del aire y del agua ¡y se ahorrará dinero!».
[1] Box 3.6: Economic Damages from Climate Change. Intergovernmental Panelon Climate Change (IPCC), ‘Chapter 3: Impacts of 1.5°C of global warming on natural and human systems’ in Global Warming of 1.5°C: An IPCC Special Report on the impacts of global warming of 1.5°C above pre-industrial levels and related global greenhouse gas emission related global greenhouse gas emission pathways, in the context of strengthening the global response to the threat of climate change, sustainable development, and efforts to eradicate poverty (2018)
Consejo Aragonés de Cámaras
Pº Isabel la Católica, 2
50009 · Zaragoza
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